Una voz que sacude las entrañas, que moviliza las emociones. Un poema de Alfonsina puede extraer nuestra esencia, sacude, transforma.
Soy un alma desnuda en estos versos,
Va dejando sus pétalos dispersos.
Alma que puede ser una amapola,
Que puede ser un lirio, una violeta,
Un peñasco, una selva y una ola.
Alma que como el viento vaga inquieta
Y ruge cuando está sobre los mares,
Y duerme dulcemente en una grieta.
Alma que adora sobre sus altares,
Dioses que no se bajan a cegarla;
Alma que no conoce valladares.
Alma que fuera fácil dominarla
Con sólo un corazón que se partiera
Para en su sangre cálida regarla.
Alma que cuando está en la primavera
Dice al invierno que demora: vuelve,
Caiga tu nieve sobre la pradera.
Alma que cuando nieva se disuelve
En tristezas, clamando por las rosas
con que la primavera nos envuelve.
Alma que a ratos suelta mariposas
A campo abierto, sin fijar distancia,
Y les dice: libad sobre las cosas.
Alma que ha de morir de una fragancia
De un suspiro, de un verso en que se ruega,
Sin perder, a poderlo, su elegancia.
Alma que nada sabe y todo niega
Y negando lo bueno el bien propicia
Porque es negando como más se entrega.
Alma que suele haber como delicia
Palpar las almas, despreciar la huella,
Y sentir en la mano una caricia.
Alma que siempre disconforme de ella,
Como los vientos vaga, corre y gira;
Alma que sangra y sin cesar delira
Por ser el buque en marcha de la estrella.
Hoy, un recuerdo ha retumbado queriendo aparecer, queriendo ser contado. Evoco mis inicios como estudiante de literatura. Por aquellos años tuve una profesora amante de los escritores del Boom latinoamericano, le gustaba hablarnos de Borges, del gran Cortázar, pero su pasión sin duda era Gabriel García Márquez. Nos lo presentó con Crónica de una muerte anunciada, luego llegaron los Doce cuentos peregrinos y su curso acabó con su predilecto Cien años de soledad.
¡Vaya viaje junto a Gabo! Nos fue imposible detenernos.
¿Qué nos atrajo de este escritor? A mí, muchas cosas, pero
sobre todo la normalización que hizo de la fantasía en sus obras, de lo irreal,
de lo misterioso (según la clasificación de Anderson Imbert). Cada hecho
extraordinario ocurrido en las historias de GGM era aceptada como verdad
absoluta por sus lectores que no éramos pocos.
Cuando se lee a Gabo, es imposible no sentirse
comprometido/a con el devenir de acciones sorprendentes que les propone a sus
personajes. Cada uno de ellos es descrito con claridad, con exactitud. En este
momento mi recuerdo se dirige hacia uno de sus cuentos. Me detengo en los
doce cuentos peregrinos y descubro que no es ajeno al realismo mágico, eso
llama aún más mi atención. Cada cuento esconde entre sus letras pasión,
misterio, desenlaces inesperados; tiene historias inquietantes, uno de ellos
sobresale de entre los doce: “Sólo vine a hablar por teléfono” (fue escrito
antes de que la RAE decidiera que solo ya no necesita tilde, así que
respetaré el título original con tilde en sólo).
Al regresar a su lectura, vuelvo a sentir la desesperación
de María, he sufrido con ella nuevamente. Recordar los hechos luego de su
llegada al hospital psiquiátrico, me hicieron repensar en qué es lo que hubiese
hecho yo si hubiese estado en su situación, ¿me hubiese rendido pronto?
¿hubiese aceptado la confusión como ella? ¿hubiese gritado hasta ser escuchada?
¿hubiese hecho algo para escapar de esa terrible confusión?
Al releer esta historia tuve la sensación de ser testigo de
una toma de decisiones en las que no podía participar, sentí la impotencia y la
injusticia tan arraigada en mi sangre peruana por estos días. Mi posición como
lectora ha querido tomar las riendas de mis emociones involucrándome en el
proceso de darle un final diferente a esta historia. Mi mente busca darle un
cierre que satisfaga mi alma lectora que ha disfrutado con este texto tan bien
logrado y que guarda un final tan delirante y desafiante a la vez.
Los relatos de Gabriel García Márquez me muestran claramente
a un escritor que tiene el poder de tener a su lector comiendo de su mano, le
guste o no. Soy un ejemplo perfecto. Leo a Gabo, me entrego a sus libros
totalmente y lo seguiré haciendo con alevosía.
Te regalo uno de los cuentos de este maravilloso escritor.
Disfrútalo de principio a fin.
La literatura hebrea nos ha dejado grandes historias, la biblia es uno de sus libros más representativos. Fuera del valor que tiene para la religión católica, no podemos negar su valor histórico y social. Todos aquellos pasajes releídos en el hogar siempre me fueron confusos, sobre todo los capítulos dedicados a la primera pareja Adán y Eva, probablemente sea una de las historias que encuentro más fascinante y totalmente misteriosa.
El primer hombre y la primera mujer, la primera familia, de ello hablan muchos textos sagrados. Pero lo que nunca se habla es sobre los miedos que sintieron en ese tiempo oscuro, la sensación de soledad, el descubrimiento paso a paso de la maternidad de Eva y los típicos problemas de pareja.
Muchos años después descubro un libro que se atreve a darle respuestas a mis interrogantes sobre esta historia propia del Génesis. La escritora nicaragüense Gioconda Belli es la responsable de mi hallazgo, ella nos cuenta la historia de estos desterrados con una claridad fantástica en su libro "El infinito en la palma de la mano".Este libro nos presenta una posible verdad histórica con unos protagonistas muy humanos, sensibles al cambio. Observamos con esta lectura el triste camino del exilio acompañado del dolor que representa para cada uno perderlo todo de una forma incomprensible, ese tormento va de la mano con la curiosidad que les provoca el descubrimiento de sus cuerpos, del placer; sienten el poder y el dolor que produce traer vida a ese mundo que ya no era amable con ellos. Es impresionante leer sobre una Eva que no concibe la crueldad de matar para sobrevivir, que continúa esperado el perdón y que siente un desgarrador dolor al ser testigo del primer hecho abominable: el fratricidio.
Hoy le rindo homenaje a la primera madre que conoció el mundo. De este libro he extraído un fragmento que me ha dejado el corazón en vilo, la descripción del dolor de una madre a quien su propia sangre le ha arrebatado el segundo fruto de su poderoso vientre.
"Eva se acercó despacio. Le temblaban las piernas. Recordó la sensación de Abel en su vientre. El sebo y la sangre de su pequeño cuerpo. Sus ojos se detuvieron en las plantas de los pies del muchacho. Estaban curtidas. Eran lisas, grandes. Los dedos. Los piececitos de sus hijos. Nada le maravilló tanto cuando nacieron. Los pies y las pequeñas orejas, los lóbulos curvos como caracolas. Se acercó más. Vio sus ojos fijos. Se inclinó y tocó sus párpados para cerrarlos. Lo hizo sin pensar. El conocimiento del Bien y el Mal."
Te invito a leer esta fascinante historia, he aquí la ficha informativa de este libro para su fácil acceso. Gracias Gioconda.
BELLI, Gioconda. "El Infinito en la palma de la mano". Editorial Seix Barral. Premio Biblioteca Breve 2008