Tiempo de Cuentos mayo 09, 2021

La literatura hebrea nos ha dejado grandes historias,  la biblia es uno de sus libros más representativos. Fuera del valor que tiene para la religión católica, no podemos negar su valor histórico y social. Todos aquellos pasajes releídos en el hogar siempre me fueron confusos, sobre todo los capítulos dedicados a la primera pareja Adán y Eva, probablemente sea una de las historias que encuentro más fascinante y totalmente misteriosa. 

El primer hombre y la primera mujer, la primera familia, de ello hablan muchos textos sagrados.  Pero lo que nunca se habla es sobre los miedos que sintieron en ese tiempo oscuro, la sensación de soledad, el descubrimiento paso a paso de la maternidad de Eva y los típicos problemas de pareja. 

Muchos años después descubro un libro que se atreve a darle respuestas a mis interrogantes sobre esta historia propia del Génesis. La escritora nicaragüense Gioconda Belli es la responsable de mi hallazgo, ella nos cuenta la historia de estos desterrados con una claridad fantástica en su libro "El infinito en la palma de la mano".

Este libro nos presenta una posible verdad histórica con unos protagonistas muy humanos, sensibles al cambio. Observamos con esta lectura el triste camino del exilio acompañado del dolor que representa para cada uno perderlo todo de una forma incomprensible, ese tormento va de la mano con la curiosidad que les provoca el descubrimiento de sus cuerpos, del placer; sienten el poder y el dolor que produce traer vida a ese mundo que ya no era amable con ellos. Es impresionante leer sobre una Eva que no concibe la crueldad de matar para sobrevivir, que continúa esperado el perdón y que siente un desgarrador dolor al ser testigo del primer hecho abominable: el fratricidio.

Hoy le rindo homenaje a la primera madre que conoció el mundo. De este libro he extraído un fragmento que me ha dejado el corazón en vilo, la descripción del dolor de una madre a quien su propia sangre le ha arrebatado el segundo fruto de su poderoso vientre.

"Eva se acercó despacio. Le temblaban las piernas. Recordó la sensación de Abel en su vientre. El sebo y la sangre de su pequeño cuerpo. Sus ojos se detuvieron en las plantas de los pies del muchacho. Estaban curtidas. Eran lisas, grandes. Los dedos. Los piececitos de sus hijos. Nada le maravilló tanto cuando nacieron. Los pies y las pequeñas orejas, los lóbulos curvos como caracolas. Se acercó más. Vio sus ojos fijos. Se inclinó y tocó sus párpados para cerrarlos. Lo hizo sin pensar. El conocimiento del Bien y el Mal."


Te invito a leer esta fascinante historia, he aquí la ficha informativa de este libro para su fácil acceso. Gracias Gioconda.

BELLI, Gioconda. "El Infinito en la palma de la mano". Editorial Seix Barral. Premio Biblioteca Breve 2008