Yo cuento cuentos, pero a veces me gusta explorar otros géneros, a veces soy drmaturga y en otras me siento poeta, así que me atrevo a presentar un poema extraído de lo más profundo de mis entrañas.
Este día suelo compartir poesía de diferentes damas amantes de las letras rimadas o no, pero hoy quiero poner en tapete aquellas palabras que me conectan con la historia de la primera mujer que conocí: mi madre.
Mi madre ha muerto
Mi madre murió a los siete años. Caminaba libre, feliz, al son del ritmo de la vida.
Sola, única, efímera, leona y gacela, su libertad la cegó, no vio el tronco hueco, su debilidad la había golpeado, cayó.
Su dolor era la piedra de su agonía. Volvió a la vida y se convirtió en gato, era una felina sedienta, adolorida,
atrofiada por la vida. Volvió a caer a los doce, las uñas no se lo impidieron. Ahora era cisne, ágil, ligera, dulce, lo había olvidado todo.
Limpia su ropa y avanza, aún tiene escondida la garra. Su plumaje confunde, desciende entre las ramas, ágil, ligera, dulce, pero un paso en falso sacude su memoria,
lo ha recordado todo. La memoria puede ser cruel, ha vuelto a morir de purito dolor. No quiere volver débil, se esconde, pero alguien la observa.
Ella se escabulle, ágil, ligera, dulce; juguetean, corren y se tropiezan, se revuelcan, dos almas perdidas que se encuentran. Hace fuego con dos piedras,
reúne su fuerza y su voluntad. Lo mira jadeante, hambrienta, él observa con las orejas alertas, lo disfruta y vuelve a morir, pero esta vez sonriente, feliz.
Murió muchas veces mi madre, pero volvió a la vida otras tantas, con una nueva mirada cada vez, como vivir en Oriente o ser diferente. Cree que es posible respirar libre y
vuelve hecha Águila. Protege a sus críos, les da de comer, les da su vida, los hace feliz. Pero el tiempo reclama su parte, la batalla es dura, está perdiendo, va a morir
y no puedo hacer nada. Mis alas son torpes y no puedo intervenir. Todos somos testigos de su caída vertiginosa, lenta y silenciosa.
Mi madre ha vuelto a morir a los sesenta y nueve años, ágil, ligera, dulce. ¡No! Grito desesperada. El tiempo y su dolor la han matado y yo no pude hacer nada.
Giovanna Pollarolo es una escritora peruana que en sus inicios destacó por su poética, pero que luego se estableció dentro del guión cinematográfico y le ha ido super bien. Confiesa la poeta que escribir poesía tiene un grado de inspiración que es más difícil de alcanzar. Actualmente se siente más augusta escribiendo guiones para cine y para televisión, pero sus poemas nos acompañarán siempre.
He aquí uno de sus poemas más recordado. Celebremos junto a la Pollarolo el día de la poesía.
MIÉRCOLES DE CENIZA
No quisiste humillar tu cabeza
ni mostrar tus lágrimas,tampoco cambiar de vestido
cubrir tu cuerpo de cenizas
llevar un cilicio cuarenta días
en la cintura
para pagar tu culpa en pública penitencia.
Por todo ello, ¡he aquí!, me ha dicho Isaías
que te diga de parte de Dios:
no he oído tu oración ni he visto tus lágrimas
no te libraré de tus enemigos
tampoco te protegeré.
Temerás espantos nocturnos
los asaltos de las tinieblas en pleno día.
No mandaré –dice Jeremías que Él ha dicho-
mis ángeles cerca de ti
para que te guarden en todos tus caminos.
No te llevarán en sus manos
tu pie
-y he temblado por ti al escucharlo-
tropezará en cada piedra.
Liberación
Un día seré libre, aún más libre que el viento,
será claro mi canto de audaz liberación
y hasta me habré librado de este remordimiento
secreto que me hunde su astilla al corazón.Un día seré libre con los brazos abiertos,
con los ojos abiertos y limpios frente al sol,
el Miedo y el Recuerdo no estarán encubiertos
Me ha pasado muchas veces tener ideas preconcebidas sobre diversos libros, películas y canciones sin leerlas, verlas o escucharlas. Me ha pasado de pequeña negarme a leer un libro por el grosor, el olor o la apariencia de éste. Me ha pasado sentir el bloqueo de apreciar y emitir mi opinión sobre una obra de arte cuando previo a mi acercamiento hubo una "buena crítica".
-Tienes que leer este libro -dijo mi hermana.
-Tienes que ver esta película, es buenísima -dijo mi
prima.
-Tienes que ver esta serie que es número 1 en el país
-dijo Netflix.
La presión de la respuesta del común consumidor de
cierto tipo de lectura me ha frenado a llegar a ellas. Pero admito también que
en muchos casos me encontré pegada literalmente a un libro, una película o una
canción luego de una incansable lucha porque los aprecie: la estética de la recepción había cumplido su misión, pude confirmar lo que muchos
decían sobre dichas propuestas.
Recuerdo que cuando empecé la carrera de literatura,
un amigo mío me dio de regalo navideño el libro "No me esperen en
abril" de Bryce Echenique (ciertamente sólo me regalaban libros desde que
empecé a estudiar) y emocionada lo empecé a leer porque era una nueva edición y
además era un libro muy recomendado. Demoré 4 meses en leerlo, me costó
muchísimo, las descripciones excesivas que tenía el autor -para mi gusto- eran
tediosas. Lo terminé y determiné que nunca más leería a Bryce, tenía 18 años y
ese era el cuarto libro que había leído completamente en mi vida.
Desde ese momento comentaba a quien me preguntara que
no me gustaban los libros con descripciones exageradas, que me desesperaba
cuando el escritor se detenía cinco páginas a describir un paisaje o un suceso.
Era muy joven y para esa época mis gustos literarios recién se estaban
definiendo. No siempre fue así.
Años después y gracias a mi apertura al mundo mi
concepción sobre los libros descriptivos y Bryce cambió.
Visitar otros países, otras ciudades, conocer diferentes culturas, hicieron que entendiera el ímpetu que había tenido el escritor para intentar que yo viese, a través de sus ojos, los detalles redactados, todo dependía de cuan abiertos se encontraban los míos o cuántas ansias tenía de abrirlos realmente: Mi horizonte de expectativas sobre dichos libros había dado un giro de época y gracias a las nuevas experiencias.
Con el tiempo los libros rechazados fueron aceptados
nuevamente, otros pasaron al cuadernito negro y otros
simplemente llegaron para quedarse por siempre.
Desde entonces participo en algunos clubes de lectura
para re descubrir un libro odiado (incomprendido) o amado en la mirada de
otros, o como dice Iser " hacer conscientes aquellos aspectos del texto
que de otro modo quedarían ocultos en el subconsciente; satisface (o ayuda a
satisfacer) nuestro deseo de hablar sobre lo que hemos leído" (1987: 237).
Cuando empezamos a escribir lo hacemos con la ilusión
del primer lector que somos nosotros mismos, nos enamoramos de nuestro relato y
queremos que el mundo sienta el mismo amor por esos textos. Es un hermoso
sentimiento que debe ser complementado con la responsabilidad que se tiene con
la palabra escrita o expresada oralmente, es decir, hacerse cargo y ser fiel a
lo que queremos transmitir, porque siempre podemos escribir para alimentar a
nuestro lector interno o al externo he aquí la estética de la recepción.
Un día como hoy conmemoramos la intensa lucha que ha tenido la mujer durante muchos años para que se reconozcan sus derechos. Las continuas huelgas promovidas por muchas mujeres trabajadoras de diferentes fábricas en EEUU fueron la respuesta al abuso laboral, las hacían trabajar más de 12 horas al día y con sueldos muy por debajo del promedio.
Es así como surge el movimiento feminista, gracias a todos aquellos levantamientos que se dieron en el mundo en busca del respeto y la igualdad de derechos y oportunidades. La primera victoria en la lucha femenina fue el reconocimiento del 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer Trabajadora.
Luego vino el derecho al voto femenino, la posibilidad de que la mujer obtenga cargos de responsabilidad que sólo eran otorgados a los hombres en el Estado y en otras entidades, obtuvieron el derecho a la formación educativa y más; pero la lucha sigue hasta que llegue el día en que los abusos se detengan y que podamos vivir en sociedad mundial justa, sin miedo y en verdadera libertad.
Este día nos recuerda, además, que la literatura ha sido una herramienta valiosa para mujeres fuertes y valientes que alzaron su voz a través de sus escritos defendiendo sus ideas. Sus nombres resuenan en los corazones de sus lectores.
Y en este 8M te quiero regalar un poema de la vate peruana de este lunes, ella es Carmen Ollé. Conoce su poder femenino a través de su poesía.
Las personas creen en la sabiduría
A los cuarenta estoy con un palmo de nariz.
Me apena haber leído tanto y no haber consumado
el placer. Regenta de mi cuerpo, de esta piel bajo
la que fluye el aceite.
Nada a mi alrededor, sólo una hija tierna
-benignos otoños-
Finjo lo que no sé, soy una actriz, mi trabajo
es perverso. He amado menos de lo que supe amar,
en las tardes es el silencio; de noche, el silencio
y el sueño.
Esta semana he reflexionado sobre el placer profundo que produce la lectura, pero no sólo la que te propone un texto sino la que te brinda la vida.
Hace
unos meses atrás conversaba con un reconocido escritor peruano sobre la labor
que tenemos los docentes de extrapolar el termino leer. Es decir, no sólo debemos referirnos a los
textos cuando de leer se habla, sino también podemos leer la vida, los hechos,
las pinturas, el cine, las expresiones.
Es
aquí donde descubro que soy una lectora total: yo cuento cuentos y vivo creando
mundos fantásticos cuando leo una historia, luego leo los rostros de mis
escuchas y el cuento cobra vida, crece; esa lectura cambia dependiendo del
lugar, el tiempo y de quién lo escucha. Estas anécdotas las relacioné con
las diferentes concepciones que algunos tienen al leer el Quijote. Mis estudiantes de
aquel entonces, sin ir muy lejos, sólo mostraban rostros de fastidio al empezar
a hablar de él. Se me ocurrió cambiar la estrategia de acercamiento con
estos muchachos, hice una canción y relacioné mi adolescencia solitaria con la soledad de
Alonso Quijano. La disposición para revisar el libro de Cervantes cambió y se
identificaron con algunos pasajes que yo no recordaba e hicimos conversatorios
interesantes sobre el Quijote, puedo decir que nuestras percepciones se
complementaron cuando le dimos vida al cuento.
Luego
Jorge Volpi en su libro Leer la mente, me brinda las frases
puntuales y necesarias para entender lo que leo sobre la situación de mi país: “todos
podemos ser otros mientras leemos y vivimos”. Somos seres de ficción, nos
involucramos con el corazón efervescente en las actividades que requieran
nuestra fuerza y lo hacemos desde el inicio de la humanidad, estoy totalmente
de acuerdo.
La
primera vez que leí un libro completo lloré tanto, primero porque me lo regaló
mi hermana que era una villana conmigo. Me sentí amada con el regalo, luego
seguí llorando, porque el personaje principal del libro sufría tanto como yo,
en ese momento me convertí en su defensora. A los 15 años leí mi primer libro
completo gracias a mi hermana, antes de esa edad solía leer por obligación,
para pasar el curso de literatura, no había encontrado nada que llamara mi
atención hasta que llegó aquel regalo.
Desde
ese entonces soy pura ficción, lucho contra la dura realidad cuando es muy dura
y también utilizo la realidad para convertirla en una buena historia de ficción
cuando comparto un cuento o el amor por un libro con otros.
Desde los dieciséis soy una lectora apasionada y voraz, consumo muchos cuentos (como parte de mi trabajo) y mucha teoría literaria para comprender más mi labor. También leo la vida y el paisaje que me acompaña. Me considero una animadora a la lectura, porque trabajo en medio de niños y jóvenes que detestan leer, vuelvo a ser niña cuando comparto una historia con aquellos que no sabían que nuestro país nació siendo oral y que somos ricos en esa tradición.
La lectura es vida para mí desde todas las vertientes y aristas que me lo permiten.
Y LUEGO DE ESTA REFLEXIÓN,
UNA LECTURA PROPONGO YO
TÓMATE UN TIEMPO EN ESTA VIDA
DISFRUTA EL CUENTO, PONLE EMOCIÓN.
Lectura recomendada para esta semana:
Mi planta de naranja Lima de José Mauro de Vascolcelos