Tiempo de Cuentos marzo 03, 2021

Esta semana he reflexionado sobre el placer profundo que produce la lectura, pero no sólo la que te propone un texto sino la que te brinda la vida.

Hace unos meses atrás conversaba con un reconocido escritor peruano sobre la labor que tenemos los docentes de extrapolar el termino leer. Es decir, no sólo debemos referirnos a los textos cuando de leer se habla, sino también podemos leer la vida, los hechos, las pinturas, el cine, las expresiones.

Es aquí donde descubro que soy una lectora total: yo cuento cuentos y vivo creando mundos fantásticos cuando leo una historia, luego leo los rostros de mis escuchas y el cuento cobra vida, crece; esa lectura cambia dependiendo del lugar, el tiempo y de quién lo escucha. Estas anécdotas las relacioné con las diferentes concepciones que algunos tienen al leer el Quijote. Mis estudiantes de aquel entonces, sin ir muy lejos, sólo mostraban rostros de fastidio al empezar a hablar de él. Se me ocurrió cambiar la estrategia de acercamiento con estos muchachos, hice una canción y relacioné mi adolescencia solitaria con la soledad de Alonso Quijano. La disposición para revisar el libro de Cervantes cambió y se identificaron con algunos pasajes que yo no recordaba e hicimos conversatorios interesantes sobre el Quijote, puedo decir que nuestras percepciones se complementaron cuando le dimos vida al cuento.

Luego Jorge Volpi en su libro Leer la mente, me brinda las frases puntuales y necesarias para entender lo que leo sobre la situación de mi país: “todos podemos ser otros mientras leemos y vivimos”. Somos seres de ficción, nos involucramos con el corazón efervescente en las actividades que requieran nuestra fuerza y lo hacemos desde el inicio de la humanidad, estoy totalmente de acuerdo.

La primera vez que leí un libro completo lloré tanto, primero porque me lo regaló mi hermana que era una villana conmigo. Me sentí amada con el regalo, luego seguí llorando, porque el personaje principal del libro sufría tanto como yo, en ese momento me convertí en su defensora. A los 15 años leí mi primer libro completo gracias a mi hermana, antes de esa edad solía leer por obligación, para pasar el curso de literatura, no había encontrado nada que llamara mi atención hasta que llegó aquel regalo. 

Desde ese entonces soy pura ficción, lucho contra la dura realidad cuando es muy dura y también utilizo la realidad para convertirla en una buena historia de ficción cuando comparto un cuento o el amor por un libro con otros.


La lectura me ha dado libertad de opinión, me ha permitido tener distintas miradas y diferentes puntos de vista. Me ha llevado a comprender que no necesitamos levantar demasiado la voz cuando la injusticia aparece, sino mejorar nuestros argumentos, eso nos hace libres realmente. Agradezco a los libros y al mundo por ello.

Desde los dieciséis soy una lectora apasionada y voraz, consumo muchos cuentos (como parte de mi trabajo) y mucha teoría literaria para comprender más mi labor. También leo la vida y el paisaje que me acompaña. Me considero una animadora a la lectura, porque trabajo en medio de niños y jóvenes que detestan leer, vuelvo a ser niña cuando comparto una historia con aquellos que no sabían que nuestro país nació siendo oral y que somos ricos en esa tradición. 

La lectura es vida para mí desde todas las vertientes y aristas que me lo permiten.



Y LUEGO DE ESTA REFLEXIÓN,

UNA LECTURA PROPONGO YO

TÓMATE UN TIEMPO EN ESTA VIDA

DISFRUTA EL CUENTO, PONLE EMOCIÓN.


Lectura recomendada para esta semana:

Mi planta de naranja Lima de José Mauro de Vascolcelos